Fecha

A girar el mundo desde un carrusel

Los niños y niñas de la Fundación Quindiana de Atención Integral (FQAI) disfrutaron de un día de esparcimiento en las instalaciones del parque recreacional Comfenalco.

Daniel temía pasar por el estadio Centenario. Sus compañeros se encargaron de hacerle pensar que allí estarían las barras bravas del Deportes Quindío quienes al ver su gorra se avalancharían a quitársela y talvez quemarla. Es que la gorra de Daniel es particular, su color naranja fluorescente resalta el escudo del “verde de la montaña”, el Atlético Nacional es el equipo de sus amores.

Mientras Daniel y sus amigos estaban a la expectativa de pasar frente al estadio Centenario, Melissa buscaba en su bolso rosado un paquete de maní del que prometió compartir con su compañera de autobús, Brandon estaba preocupado porque la botella de pony malta que llevaba en su maletín empezaba a mojarle la toalla y la ropa de cambio. Jennifer por su parte ponía una canción vallenata en su celular, música que se perdía en las risas de los demás niños y niñas que esperaban llegar pronto al tan esperado día de piscina.

Daniel alivió su  preocupación con un grito de victoria frente a un estadio que se hizo vecino de una gran carpa morada que por estos días visita la ciudad. Pero el afán generalizado solo se alivió cuando por fin el autobús llegó a su destino, las piscinas del parque Comfenalco.

Los recreacionistas del parque hicieron posible una mañana de mucha actividad física que finalizó  con un improvisado partido de futbol que hizo “sudar la gota gorda” a los niños de la FQAI. El almuerzo bajo los árboles fue agradable, en especial por el leve viento que refrescaba la percepción de 30° centígrados bajo el inclemente sol del mediodía. Sin embargo el sol no pudo aplacar las ganas de jugar de los niños y las niñas que entre gritos y carreras decidieron poner a girar al mundo desde un carrusel que además de risas provoco bastante mareo.

El sol se reflejaba en un azul que iluminaba el rostro pálido de bloqueador de los niños y las niñas que atendían las instrucciones del salvavidas. Un grito de alegría dio inicio a la esperada piscina que entre balones, saltos, risas y agua concluyeron un día de esparcimiento y compañerismo.

Desafortunadamente llegó la hora de abandonar el parque. Daniel ya no estaba preocupado por pasar nuevamente por el estadio, Brandon había compartido su pony malta, Jennifer ya no quería escuchar vallenatos pero las risas de los niños y las niñas de la FQAI permanecían en sus rostros como un agradecimiento con la vida que nos recuerda que la felicidad está en las pequeñas cosas.

 

Por: Jéfersson Linares Vergara